La maestría de la cerámica marroquí

La cerámica es una de las grandes especialidades de Marruecos, la tradición alfarera se remonta al siglo XII debido principalmente a la gran calidad de la arcilla de la región. Se fabrica en Fez y Safi, por el siglo XIX con la llegada masiva de alfareros se funda el primer taller de porcelana y en sus piezas se incorpora  la decoración típica de la alfarería fasí combinando el azul y blanco. Los artesanos utilizan la técnica del doble horneado, cuando la arcilla ha obtenido su forma se cuece de nuevo para darle esos colores brillantes que caracterizan a la cerámica marroquí.

Además, de Safi proceden la mayoría de tejas verdes que se aprecian en muchos edificios y mezquitas por todo Marruecos. Otros lugares conocidos también por su alfarería son el pueblo de Sidi Abderrahmane y el valle de Chaaba.

La capital de la artesanía, Fez, se caracteriza por su maestría en el trabajo de la cerámica, la madera y el cuero. El color azul cobalto es símbolo de la alfarería de esta Ciudad Imperial.

En la calle Herreros se sitúa la escuela cooperativa la cual podremos visitar y conocer las diferentes fases de fabricación, allí las piezas son cocidas durante horas a muy altas temperaturas para más tarde dejarlas enfriar y recubrirlas de un esmalte blanco llamado estannífero, sobre ese esmalte el artesano dibuja los motivos geométricos azules. Al finalizar se vuelve a cocer la pieza y en algunas se aplican adornos en estaño, detalle característico de esta alfarería.

Cuatro son los colores que componen la cerámica marroquí: el azul, el verde, el marrón y el amarillo y cada color corresponde a una región del país.

Museo Nacional de la Cerámica

Se encuentra en el antiguo palacio del gobernador, una antigua fortaleza construida por los portugueses en el siglo XVI  y debería ser una visita obligatoria para los amantes de la artesanía. Allí los productores locales exhiben sus piezas entre ellas: cerámica antigua, alfarería rural, cerámica de Fez y Meknes, cerámica Safi y cerámica contemporánea.

En caso de que no se quiera entrar a ver las exposiciones, merece la pena dar una vuelta por los alrededores, el edificio donde se encuentra es muy interesante y está rodeado por unos bonitos jardines.

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