El oro gastronómico de Meknes: su aceite
Además de acercarnos a las ruinas romanas de Volubilis y al pueblo sagrado de Mulay Idriss, Meknes esconde multitud de actividades que se pueden hacer para no perder ni un solo minuto de esta apasionante ciudad. Además de sus monumentos y rincones con siglos y siglos de antigüedad, todo buen turista sabe que integrarse en la cultura del destino es parte de cualquier viaje. Una de las formas es hacerlo a través de probar los platos y “delicatessen” más típicos del lugar. La gastronomía es una de las mejores formas de conocer dónde se esta, es una forma de saborear esa cultura extraña y una forma diferente de recordarla.
En este caso, en Meknes se estila la típica comida marroquí cuyos ingredientes pueden adquirirse en el mercado de la ciudad. El cous cous, el tatín de verduras y pollo o cordero y especias con el Ras el Hanut o el comino triunfan en esta cocina típica pero, algo que la cultura gastronómica española con la marroquí es la base de las recetas: el aceite de oliva.
Aunque los olivos se extiendan por gran parte del territorio marroquí, el sector oleícola de la región de Meknes es característico por su tierra fértil y por la técnica de fertilización. Esta última consiste en utilizar los residuos generados durante el proceso de extracción del aceite de oliva virgen para convertirlos en abono. La especie de olivos son picolinos y su aceite extraído destaca de todos los demás por su atractivo color amarillo y claro, su olor contiene referencias a tomate, manzana y plátano que, junto a los aromas de albahaca, orégano y menta, hacen de el aceite de Meknes único y conocido nacional e internacionalmente.
La región de Meknes cuenta con una capacidad de procesado de 5.000 toneladas diarias extraídas de casi 500 hectáreas concentradas en la zona, lo que hace que el aceite de la ciudad imperial sea un producto de referencia y de calidad que marca la diferencia con el resto siendo otra de las joyas que esconde la ciudad.