Detrás de las dunas: los secretos del desierto del Sahara
En mi último viaje a Marruecos, recuerdo una anécdota que nunca se me olvidará. Viajé durante una semana con unos amigos y compañeros por todo Marruecos. Siete días en los que recorrimos gran parte del norte marroquí pasando por las ciudades imperiales de Casablanca, Rabat, Marrakech hasta cruzar el país y llegar a la entrada del desierto. Allí, donde pasamos dos días montando en camello y disfrutando del paisaje espectacular de las dunas, nos ocurrió algo mágico que no olvidaremos nunca.
A las 6:00 de la mañana, mientras dejábamos los camellos que nos acercaron a la mayor duna de la zona, emprendimos la escalada de arena para ver aquel maravilloso paisaje por el que habíamos madrugado tanto. Con casi 90º de pendiente y tras varios minutos de cansancio y casi asfixia por ese deporte mañanero llegamos a la cima de duna y ahí nos deslumbramos por la luz que aparecía detrás de ese escenario de paz.
Sin embargo, este momento se volvió amargo. Una compañera al llegar a arriba le sentó mal el camino y necesitaba agua o cualquier alimento antes de desmayarse. En ese momento ninguno teníamos ni agua ni comida para ofrecerle ya que estábamos en ayuno al haber hecho la excursión justo antes del desayuno.
En ese momento, el bereber que nos acompañaba en nuestra excursión, dejó todo lo que traía y nos abandonó por un momento en la inmensidad del desierto. Seguidamente nos asustamos, pensamos en la ley de Murphy, se nos pasaron múltiples películas por la cabeza, no entendíamos anda. Mientras nos preguntábamos cómo volver a las haimas entre unos y otros intentando y abanicando a nuestra amiga para que mejorara su estado, veíamos a lo lejos cómo el bereber corría a través de las dunas y desaparecía en el horizonte. Parecía nuestro adiós. Sin embargo, de un momento a otro, volvió a parecer y a correr en nuestra dirección pero no lo hacía con las manos vacías. Llevaba una botella de agua. ¿De dónde la cogió? No nos respondió. Será un misterio que nunca llegaremos a entender. Aún todavía a día de hoy no nos lo explicamos.
Solo cabe un motivo: los secretos del desierto. Cuando pensamos en uno tendemos a pensar en algo solitario y sin vida y, justamente es todo lo contrario. Hay generaciones de personas que siguen viviendo en los mismos por lo que la vida es posible. Sus poblaciones se asentaron desde hace miles de años cerca de ríos, acuíferos o lagos, por lo que, aunque cualquiera no pueda apreciarlo ni verlo, los que viven allí saben dónde se encuentran y de dónde extraer el agua que necesitan.Otro de los secretos es que, por si no lo sabías, el Amazonas se sostiene, entre otros factores, gracias al polvo y la arena del Sáhara. No, no están cerca, pero miles y miles de gramos de arena vuelan todos los años alrededor del mundo y tienden a acabar en la selva amazónica.
En el desierto del Sahara conviven más de 120 especies diferentes y muchas de ellas en peligro de extinción. Un paraíso que se ve vulnerado por las cada vez más altas temperaturas y la sequía. El cambio climático han empezado a alterar los ecosistemas desérticos en general y muchas de estas especies se están viendo desprotegidas. Por eso, desde Viajes Marruecos hacemos un llamamiento a cuidar tu lugar de origen pero, sobre todo, también en el destino de tu viaje. Un ecosistema feliz hará que a la larga podamos seguir disfrutando de su vida y encantos mucho más tiempo.