La Prisión de Qara, un secreto bajo el suelo
Hay sitios que poseen una mística singular. A veces es solo un detalle, un matiz que se esconde entre los años que los han contemplado o simplemente los hechos que les ha tocado conocer. Lo cierto es que es algo sumamente difícil de explicar. No obstante, si hay un lugar en Meknes que destaque tanto por el misterio que le envuelve como por la sensación de vacío que se vive entre sus muros es la Prisión de Qara.
Situada en la parte antigua de la ciudad, cerca del Pabellón de los Embajadores, el edificio, construido en el siglo XVIII, fue concebido como un almacén de grano. Así lo explica la estructura del conjunto, ya que el espacio, bien situado para todos aquellos que deciden recorrer la ciudad ismaelita, cuenta con una estructura plenamente subterránea, dando lugar a depósitos formados por tres salas principales que se rodean de otras estancias, pasillos y numerosos recovecos, llegando a alcanzar en el pasado los siete kilómetros de longitud.
Pese a todo ello, la leyenda, apoyada en el espíritu guerrero de Mulay Ismail, siempre ha presentado al espacio como a una cárcel gigante, obra de un preso portugués al que el sultán le prometió la libertad a cambio de construir un recinto para 40.000 personas.
Asimismo, la tradición popular ha sostenido que, dada la conocida afición de Mulay Ismail a ejercer la fuerza y participar en conflictos bélicos, la Prisión de Qara era el lugar en el que el sultán castigaba la vagancia, la desobediencia y cualquier acto reprochable de prisioneros y esclavos.
En la actualidad, la escalera que conduce hasta el espacio subterráneo, situada junto a la puerta Bab El Mansour, con sus escalones irregulares cincelados en la piedra, sigue dando paso a los inmensas estancias arqueadas, sorprendiendo a los visitantes. Sin embargo, solo algunas de las salas están abiertas al público.
El precio de la visita a la Prisión de Qara es tan solo 10 dirham, es decir, el equivalente a un euro.