Mausoleo Mulay Ismail, un recuerdo edificado
En la mayoría de las ocasiones, las ciudades son el resultado de una sucesión de momentos y personas ilustres que dejan su sello en los muros y las calles que los han visto vivir. No obstante, si la ciudad sobre la que hablamos es Meknes, su historia y su esencia solo resultan comprensibles si tenemos en cuenta quién fue y qué hizo un solo hombre: Mulay Ismail.
El sultán de Marruecos, que llegó al trono tras la muerte de su hermano, Mulay Al Rashid, reinó desde 1672 hasta su muerte, años en los que se hizo un hueco en la historia y logró situar a Meknes como la capital del reino, convirtiéndola por tanto en una ciudad de enorme grandeza y solemnidad.
Conocido como el Luis XIV de Marruecos por su amistad y buena relación con el rey francés, Mulay Ismail fue un notable militar, como demuestra el hecho de que lograra arrebatar Mehdía a los españoles, en 1681, y Tánger a los ingleses, en 1684.
Quizás por eso, si se acude hoy en día a la ciudad imperial a la que él mismo dotó de gloria, su figura sea fácilmente reconocible en las puertas Bab Mansour o Bab Berbaine, los 40 kilómetros de muralla de la ciudad y, sobre todo, el mausoleo que lleva su nombre.
EL MAUSOLEO MULAY ISMAIL
Construido en 1703 por petición del sultán, el mausoleo Mulay Ismail es un reflejo de la grandeza que adquirió la ciudad en una época en la que no solo era la capital del reino, sino también un enclave imprescindible para el comercio y los acuerdos internacionales.
A su vez, concebido como un conjunto de amplias salas y patios, el mausoleo es uno de los pocos templos religiosos a los que tienen acceso aquellos que no procesan la religión musulmana, estando su sala principal dividida en dos partes: una profana y otra consagrada.
En el interior de esta última sala se encuentran las tumbas reales, es decir, las tumbas de Mulay Ismail y su familia, lugar que debe observarse desde el vestíbulo, a cierta distancia, y al que no pueden acceder en este caso aquellos que no sigan las enseñanzas del islam.
Del mismo modo, dentro del edificio, que cuenta con amplios espacios y una rica y variada decoración gracias a los bellos azulejos y mosaicos, los cuatro relojes que Luis XIV le regaló a Mulay Ismail dotan al mausoleo de un aura especial, ya que, pese al paso del tiempo, estos siguen marcando la hora en mitad del silencio que domina las diferentes estancias.
La visita al mausoleo puede realizarse desde las 9 de la mañana hasta las 6:30 de la tarde y es totalmente gratuita.