La necrópolis de Chellah: Romanos y meriníes en una convivencia arquitectónica

El recinto rodeado por una imponente muralla que sorprende a todo visitante situada en el extrarradio de la capital económica marroquí, esconde una de las joyas arquitectónicas más sorprendentes de la ciudad. La necrópolis de Chellah, en Rabat, es un recinto flanqueado por altas y gruesas murallas que, tras atravesarlas, nos parecerá traspasar otra dimensión.


Con un frondoso bosque, al entrar divisaremos al horizonte los restos del yacimiento arqueológico responsable de la historia de Rabat. Un patrimonio mundial que se extiende sobre siete hectáreas y que en su origen, fue el primer lugar habitable de la actual capital de Marruecos. Chellah, se construyó para ser un puerto fluvial fenicio destinado al comercio de la zona. Capital comercial de Marruecos, también dos mil años antes, Chellah, fue una provincia romana que consolidó su influencia como una ciudad abierta, curiosamente, sin muralla, de la que, ahora solo quedan sus restos.


Probablemente, la civilización que se levantaba y que dejó el gran legado arquitectónico que aún puede contemplarse a las afueras de Rabat, constituyó la población humana más antigua establecida en la desembocadura del río Bu Regreg. Las poblaciones de fenicios y cartagineses, civilizaciones fundadas en Marruecos, tuvieron la zona de Rabat como asentamiento durante algún tiempo, lo que hace de esta necrópolis y de la misma ciudad en sí como un patrimonio histórico incalculable del país.


En la actualidad pueden apreciar los vestigios de la ciudad romana como la vía principal o “Decumanus Maximus”, un foro, una fuente monumental y un arco de triunfo. Fue abandonada durante varios siglos hasta que llegaron los benimerines, que fundaron la necrópolis. De ésta aún pueden reconocerse un imponente foro, que tiene acceso por una gran puerta monumental, una sala de instalaciones sanitarias, un edificio religioso musulmán, del cual aún se conserva claramente el minarete y varias salas funerarias donde se encuentra la tumba del sultán de la dinastía meriní Abu Al-Hasan.


La necrópolis meriní y la ciudad romana conviven en un ecosistema donde se consolida la historia de un recinto que brilla por la cantidad de historia que tiene por contar. Asentándose ambos a un lado y a otro de la calzada romana principal, lo que hace de este enclave un sitio idóneo para entender el contexto histórico que da origen a la actual Rabat.

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