La dinastía saadí pervive en Marrakech

La belleza y el interés turístico de este lugar solo puede explicarse reservando unos minutos para contemplar uno de esos lugares inolvidables de tu viaje. Las tumbas saadíes llevan siendo, desde hace 100 años, un atractivo turístico que no puede faltar en toda visita a Marrakech. Se encuentran a 10 minutos andando desde la plaza Jemaa el Fna y está muy cerca del palacio Badi y del palacio Bahía.

Las tumbas están pegadas a la pared sur de la mezquita Moulay El Yazid, que es la mezquita de la Kasbah. Si te sitúas a la derecha, a través de un estrecho pasaje encontrarás el camino para acceder a este inhóspito lugar.

ESCONDIDAS DURANTE CUATRO SIGLOS

Los orígenes de estas tumbas se remontan a finales del siglo XVI, la época en la que Marruecos era reino de la dinastía saadí entre los años 1524 y 1659. Una etapa que se conoce como la “Edad de Oro” de la ciudad de Marrakech, aunque, actualmente son el único resto de la dinastía que queda en la ciudad.

A finales del siglo XVI, el sultán Ahmed El-Mansour, mandó edificar un mausoleo sobre la tumba de su padre, y más tarde otro para él y el resto de miembros de la dinastía saadí. Sin embargo, la entrada a las tumbas fue tapiada durante el reinado del sultán alauita, Mulay Ismael, quien destruyó numerosas fortalezas de los saadíes, aunque, como excepción, dejó tapiada la entrada a las tumbas con una gran muralla, la Kasbah. Por esta razón, las tumbas siguen intactas desde el momento de su sepultura. Más tarde en 1917, fueron descubiertas por los franceses mientras hacían un estudio aéreo para la creación de mapas de la zona.

Muralla de la Kasbah de Marrakech
MURALLA DE LA KASBAH

DOS MAUSOLEOS QUE ALBERGAN EL PODER DE LA DINASTÍA SAADÍ

Actualmente, los mausoleos se sitúan rodeados por unos jardines en los que pueden apreciarse aproximadamente 100 tumbas, correspondientes a sirvientes y guerreros de la dinastía saadí. Las tumbas están divididas en dos mausoleos: el primero al que se accede durante la visita fue también el primero en construirse. Fue erigido por el sultán Áhmed El-Mansour para su madre Lalla Messauda y se caracteriza por su superficie cuadrada con dos salas laterales. Junto con la madre del sultán, este mausoleo contempla las criptas de más de sesenta miembros de la dinastía.

Por otro lado, el segundo mausoleo se hizo unos años más tarde y es conocido como el edificio más importante. Cuenta con tres salas, de las cuales la central es la más recurrente. Su popular nombre se debe a las características 12 columnas de mármol italiano de Carrara, conocida como la Sala de las Doce Columas. En esta sala se encuentran enterrado el sultán Áhmad El-Mansour y sus dos sucesores, su hijo y su nieto.

El poder de la dinastía saadí se puede apreciar simplemente observando esta Sala de las Doce Columas debido a la monumental belleza de la que dispone este espacio. Entre sus paredes se manifiesta la máxima expresión del estilo árabe y andalusí del siglo XVI, donde las cúpulas de madera de cedro tallada decoradas con estuco con forma de nido de abeja y los azulejos esmaltados, juegan con los relieves, el dorado, la luz y los colores, haciendo del espacio una joya artística de obligatoria visita.

Las salas que se encuentran conectadas con la central, son más reducidas y austeras. La Sala de los Tres Nichos alberga las tumbas de los príncipes saadíes que perdieron la vida a una corta edad, junto a las mujeres y concubinas de los príncipes de la dinastía. Por otra parte, la Sala de Mirhab tiene como función indicar a los feligreses la dirección en la que emprender su oración hacia la Meca. Esta es la única sala que contiene tumbas alauitas.

PARA SABER MÁS SOBRE LAS TUMBAS SAADÍES

El horario de apertura es de 9:00 a 17:00 y su entrada ronda los 10 dh, que corresponde a 1€.

La gran producción artística y el ambiente que se respira en estas tumbas, dejarán boquiabierto a cualquier visitante que opte por entrar en estas recónditas salas. Un emblemático e histórico lugar, que comprende los únicos restos de la dinastía saadí que quedan en Marrakech; un lugar perfecto para conocer aún más la historia de la antigua capital marroquí.

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