La plaza de las Naciones Unidas, corazón blanco
Lejos de dividir la ciudad en dos, en Casablanca, la ciudad del mar y del blanco inmaculado, existe un punto de unión entre la antigua Medina y la ciudad nueva, construida durante la ocupación francesa a lo largo del siglo XX. Este nexo entre lo clásico y lo moderno, entre lo pasado y lo actual, no es otro que la Plaza de las Naciones Unidas, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Concebida como un mercado por Joseph Marrast en 1920 y denominada en un principio como La Place de France, la Plaza de las Naciones Unidas es uno de los puntos más visitados, ya que junto a la plaza Mohamed V forma el epicentro de la ciudad. Así lo demuestra la privilegiada posición que ocupa la plaza en el callejero de Casablanca, ya que en ella confluyen las principales avenidas: Mohamed V, Hassan II, F.A.R, Houphouët-Boigny y Moulay-Hassan I.
Además, la plaza puede cruzarse rápidamente a través del paso subterráneo que la recorre de un extremo a otro, estando señalizado por la cúpula futurista Zevaco. De esta forma, se puede evitar el bullicio y el discurrir de gente que suele tener lugar a diario, ya que la forma en la que está construida la misma, así como su posición central y el hecho de estar conectada con el tranvía, provoca que la actividad sea frenética y constante.
Pese a todo ello, merece la pena deambular por la superficie de la plaza y perderse entre sus modernas tiendas, cafés y restaurantes, desde los cuales se puede observar tanto la majestuosa fuente que domina el espacio como el blanco de los edificios que la custodian, dentro de los cuales destacan por encima de todo dos de ellos: el hotel Hyatt Regency y la Iglesia Anglicana de San Juan.