Por qué el vino marroquí deja con ganas de más
Un buen vino siempre es un buen compañero. En eso estamos de acuerdo. Para comidas, cenas, celebraciones y momentos inolvidables, con un buen vino es imposible sentirse solo. Aunque los estereotipos hacia los musulmanes se basen en la abstemia, la realidad es que el consumo de alcohol en Marruecos crece porcentualmente cada año y la producción de vino va viéndose aumentada considerablemente hacia su venta interior como exterior.
En las ruinas romanas de Volubilis, cerca de Meknes, se halla dónde se exalta la figura de Baco, el dios del Vino. Esto no puede ser pura casualidad. De hecho, contra toda creencia, los marroquíes tienen una larga tradición vinícola y vitícola considerándose sus viñedos como los mejores para producir el vino preferido para el resto de mundo. El frescor del Atlántico provoca beneficios en la elaboración del vino, todo lo contrario al efecto producido por las alta exposición solar. Ambas condiciones meteorológicas han derivado a la producción de uvas especiales resistentes al calor como la uva garnacha, la Carignan o la Cinsaul y aquella que más se utiliza para la elaboración de vinos como es la uva Chardonnay. Estas condiciones y las propiedades de las uvas, han conseguido que la vid crezca hasta a 1200 m de altitud, algo casi impensable en Europa, lo que favorece que la calidad de la uva marroquí sea tan significativa.
El 85% del vino producido es tinto, mientras que el resto se reparte entre rosado y grisáceo que se dice que es más pálido que el blanco. Pero, ¿de dónde proceden estos vinos? La región de Meknes es la productora de más de la mitad de toda la producción de vinos de Marruecos. Aproximadamente, un 60% de todo el vino marroquí procede de esta zona. El resto de la producción se reparte entre Essaouira, Boulaouanne, Benslimane y Rommani. Entre las regiones vitícolas también importantes en la producción de vino destacan Berkan y Angad, Gharb, Rabat y Casablanca. Procedentes de las arenas en las que crece la vid en Marruecos, catorce son las denominaciones de origen con las que cuenta el país.
Entre los vinos más reconocidos internacionalmente del país destacan Tandem, premiado por la feria de Burdeos de 2017, Ithaque, Orian del Val y Première de Baccari entre otros.
Anualmente, la viticultura da empleo a unas 10.000 personas en Marruecos. Un sector que produce al año entre 300.000 y 350.000 hectolitros anuales para suministrar a las demandas nacionales y, sobre todo, internacionales. Su calidad es apreciada concretamente en la república francesa debido a que el tinto marroquí, para los expertos enólogos, es una bebida bien lograda, tal estructura y cuerpo. Un vino que deja las papilas gustativas de todo aquel que lo prueba con ganas de más.